18 de mayo de 2009

Carne y bilis

Estoy en mi cuarto. Tirado en la cama. Con la persiana bajada hasta la mitad y las cortinas echadas. La luz está apagada. Estoy muy feliz así. Solo, en silencio, a oscuras, en mi cuarto. La única luz que entra es la que se filtra débilmente por las cortinas. Fuera el sol de mayo se está poniendo. Otro día que se va sin hacer nada. Cómo me gusta la universidad.

Algo de viento hace ondear las cortinas. Pronto me doy cuenta de que no trae nada bueno. El olor a quemado me da en las narices. Me levanto de la cama, abro las cortinas, subo la persiana. La luz del exterior me hace daño en los ojos. Los tengo que cerrar un poco hasta que me acostumbro. Bajo la cabeza buscando el origen del humo que se eleva hasta perderse. El humo sale del patio de mi residencia. Seguro que los chinos tienen un proverbio sobre esto. Yo no tengo un proverbio, yo tengo un problema.

Acabo de recordar que esta noche hay una barbacoa. A la gente le encantan este tipo de cosas, a mí no me entusiasman demasiado. Por lo general trato de evitar comer con todo el mundo. Pero como llevo una semana sin nada de pasta, me veo obligado a ir donde la comida es gratis si no quiero morir de hambre. Y no es por ser paranoico, pero la última vez que se celebró una barbacoa en la residencia coincidió con la semana que yo tuve que sobrevivir con ochenta céntimos. Al parecer, el mundo seguía girando y conspirando en mi contra. Los físicos sólo sabían lo primero.

Es que... ¡mierda!, yo no voté esta mierda de barbacoa. Mi vecino de la habitación de al lado votó, las chicas votaron, los chicos votaron; yo no voté. Ellos eligieron el día que más les convenía que se hiciera. ¿Por qué no podía yo votar para que no se hiciera ningún día? Una vez más mis ideas se veían excluidas del amañado juego democrático.

Ahora están todos allí abajo. Yo estoy arriba asomado a la ventana, mirándolos. Los veo moviéndose por ahí alrededor de la barbacoa, muy pequeños, insignificantes. Entonces vuelve a suceder; esas visiones fatídicas pasando por delante de mis ojos. Yo estoy apostado en la ventana, con un rifle de francotirador. Tengo cabezas en la mirilla. Los altavoces emiten música clásica muy alta. Y cuando la sinfonía llega al momento álgido, empiezan a estallar cabezas como sandías a cada golpe de violines —¿le echarían la culpa de aquello a Beethoven?—. Todo esto se proyecta ante mí como una película a cámara rápida, a una velocidad de vértigo. Y tan rápido como viene, se va. Apenas un segundo. Después algo se remueve detrás de mis ojos. Joder, tengo que procurar acabar con estas cosas.

Repuesto del delirio psicótico meto los pies en los zapatos, hago acopio de fuerzas y bajo. Una vez allí empieza la verdadera pesadilla. El ruido, el olor y el humo son insoportables. Hay un montón de personas por todas partes, moviéndose en todas direcciones, demasiado ocupados en tonterías para evitar chocarse conmigo. Cada golpe, cada mínimo roce, consigue desquiciarme por completo. Yo intento esquivarlos. Ellos van por ahí con sus platos de plástico llenos de pringue por los bordes, y siempre me parece que van a mancharme. Tengo puesto mi nivel de alerta al máximo. No quiero que me manchen. Ando totalmente obsesionado con que no me manchen. Woody Allen a mi lado es un tipo alegre y despreocupado. Pero bueno, que le follen a Woody Allen.

Alguien me pisa un zapato. Miro hacia abajo y veo la mancha, acabando con la perfección de mi zapato blanco. Dios, cómo odio eso. Si yo fuera un tío más fuerte le partiría la boca a cada cabrón descuidado que me pisara un zapato. Pero... en fin, ellos son los tíos fuertes y yo soy un saco de huesos. La furia deja paso a una tristeza profunda. La mancha del zapato consigue llegarme hasta el alma.

Todo a mi alrededor es una jungla. Animales peleándose por un trozo de comida en un ambiente inhóspito. ¿Acaso soy yo el único que se da cuenta? De todos modos la necesidad de llenar mi estómago vacío me obliga a entrar en su lucha. Tras andar un rato caminando en círculos alrededor de la barbacoa descifro el funcionamiento del sistema.

Se supone que tengo que coger una pieza de carne cruda y llevarla hasta la barbacoa. Tengo también que quedarme allí vigilando. Para que no se queme, y para que no acabe en las garras de los depredadores que se creen muy listos y quieren saltarse los pasos del sistema. Si consigo que mi pedazo de carne aguante el tiempo suficiente en la barbacoa para cocinarse podré comérmelo al final, más o menos hecho.

Agarro un trozo de carne y lo llevo hasta la barbacoa. Espero, sin quitar ni un momento los ojos de mi comida. La espera se me hace eterna. En una tele que han sacado intentan sintonizar el fútbol. A ratos me llegan a los oídos conversaciones estúpidas, mezcladas con el sonido de las frecuencias muertas de la tele. Y a eso hay que sumarle ese insoportable murmullo de fondo. Es imposible entender una palabra. Es sólo un murmullo que se te mete por los oídos y te deja el cerebro hecho papilla.

Por fin decido que mi comida ya está hecha. Pero justo cuando la estoy agarrando para comérmela, alguien me golpea el brazo y la carne cae al suelo. La carne cae al suelo, la carne cae el suelo... Esto lo veo a cámara lenta. Mi pedazo de carne lista para comer cayendo al suelo y llenándose de tierra. Jungla 2, Charlie 0.

Menos mal que en ese momento me doy cuenta de que hay cerveza gratis. Cojo una lata y la abro. Ptssss. Cae por mi garganta y consigue calmarme. Me recompongo y vuelvo a intentar conseguir comida. Repito todos los pasos. Espero allí de nuevo, pegado a la barbacoa. El humo está por todas partes. Se me mete por los ojos y me los llena de lágrimas. Eso no impide que vea cómo una zarpa trata de caer sobre mi carne. Enseño el diente y con eso basta. Ése ya ha aprendido.

Finalmente consigo mi cena. La saco de la barbacoa y me voy a un rincón apartado y seguro, con mi segunda cerveza en una mano y la comida en la otra. Me llevo la comida a la boca. Me meto carne, pan y cerveza. La carne tiene un aspecto muy bueno, y más con todo el esfuerzo que me ha costado conseguirla. Y sin embargo no consigo saborearla bien. Es la bilis que me sube hasta la boca; me impide disfrutar del sabor, me lo amarga todo. Debería escupirles mi bilis a todos en sus caras. Así podría por fin saborear mi carne.

La tercera cerveza consigue dejarme tirado. Es como el reencuentro con esa vieja amante a la que hace tiempo que no ves, y no eres capaz de darle más de tres meneos sin correrte. Estoy desentrenado. Termino la carne y la cerveza y salgo de allí. Una chica realmente guapa está bajando los escalones mientras yo los subo. La saludo. Me ignora con gesto de suficiencia. Maldita sea, ¿quién coño se cree para pasar de mí? Trago otra nueva bocanada de bilis que me sube a la boca.

Llego al cuarto. Cierro la puerta a mis espaldas. Me gusta entrar y darle dos vueltas a la llave. Aquí estoy a salvo. Pero el humo me ha apestado la habitación, la ropa, el pelo; ¡me lo ha apestado todo! Tendré que frotar muy fuerte para que me salga de debajo de la piel toda la suciedad que me han echado encima.

Me quito la ropa y me meto en la cama. A través de la ventana me llega el murmullo de la multitud que se agita seis pisos más abajo. De vez en cuando algunas celebraciones de goles se elevan por encima de ese murmullo. Puto fútbol.

Paso algún tiempo dormido, no sé exactamente cuánto. Hasta que un puñado de muchachos pasan armando jaleo por mi pasillo; o por el pasillo de arriba, o por el pasillo de abajo, lo mismo da. Parece ser que van celebrando la victoria de su equipo, golpeando paredes y puertas con sus extremidades delanteras, articulando sonidos guturales con sus gargantas. Joder, es que me veo obligado a cuestionar a Darwin. No del modo en que lo hacen todos esos religiosos ortodoxos retrasados, sino... “el hombre viene del mono”... ¿el hombre viene del mono? ¿Sí? ¿Exactamente cuándo vino? Porque... algunos especímenes aún no han venido.

Estoy en mi cama. Mi corazón bombea sangre fría. Soy un reptil agazapado. Me quedo dormido.

17 comentarios:

Sam Sayer dijo...

La picaresca del siglo XVI en tu residencia. Qué cosa.

¿Cómo se aguanta eso? Toda esa gente comiendo y cagando. ¿Recuerdas eso de hacerse monje?

Y hoy no te diré nada de las mujeres. Las que se pintan los ojos. No te fíes.

Martina dijo...

Morid, dije.

Mj dijo...

A pesar de que tengo una buena amiga en tu resi ( una chica de tercero), reconozco que, desde primero, siempre los vi como una secta aparte. Distinto a la rucab, claro está, pero secta al fin y al cabo.

Por el hospital bien :) ahora rodeada de pulmones, con los torácicos que te caerían muy bien. Estresada que ahora mismo, por fechas, ya soy R2 y me siento como el primer día. La única diferencia es que sé dónde puedo conseguir café, pero desconozco las demás respuestas. Y mi vida, caótica, como siempre. Cerrando bares el último sábado. Pasando todos los días por la feria del libro por si aparece alguien a quien echo de menos y que está a miles de km de distancia. Mirando al mundo a través de las gafas de sol y sonriendo mucho, siempre :)

maloles dijo...

Accesos psicóticos, a mí también me ocurre.
No diré mucho, no estoy de humor. Me han picado mosquitos del tamaño de un tiranosaurio Rex.
Estos bichos de mierda sí que evolucionan...


muas!

Anónimo dijo...

me ha molado esta reflexión tuya

es como si estuviera pensando yo en este tipo de reuniones...

y...

el olor a carne me quita la poca hambre que podía tener...

beso

Unknown dijo...

Gracias por pasarte de nuevo, en cuanto tenga tiempo haré lo propio con tu blog, leerlo bien y a ser posible drogado.

Perdona por lo de los enlaces, al pasarme al .com se han perdido todos y voy de culo.

Un abrazo

Meryone dijo...

en una de esas barbacoas (a las que yo siempre he llamado churrascos, dicho sea de paso) hubo un par de especímenes megapijos de mi residencia (porque mi residencia era para niños pijos -que me miraban mal por hippie y por de letras, claro-) que rompieron una ventana a puñetazos

te conté lo del que le meó en la bolsa de la ropa sucia a otro? no por nada, supongo que para marcar territorio

sin embargo, vuelvo este viernes al acto de licenciatura de una amiga. un amigo que juró no volver mucho más de lo que lo juré yo, vino al mío, así que supongo que es una de esas cosas que no se pueden negar

(y necesito disfrazarme y comprar maquillaje y de todo y no quiero ver a la mitad de la gente que hay allí -y de la otra mitad, no conozco a la mayoría-)

(necesito disfrazarme porque mi amiga, pese a ser amiga mía, es muy pija y van a estar sus padres y ya sabes como van esas cosas y me cago en todo)

menos mal que en las fiestas siempre hay más alcohol que comida. para soportarlo. como tiene que ser

besos

Hermano Ele. dijo...

Yo también quiero ser universitario y carnicero.

Anónimo dijo...

Yo una vez de la mano de mi madre vi a un mono que entraba al edificio al mismo tiempo. Los tres en el ascesor dije 'mamá ahora ya entiendo eso de que venimos del mono'. Creo que me gané otra hostia para variar.

LatitadeAlmendras dijo...

yasta,
yasta,
ya pasó

Chafan dijo...

...para ser ahorcado, hermoso día.

Llego hasta aquí de puta casualidad (mencanta la casualidad) y vengo -creo- para quedarme un rato largo.

beu dijo...

a mi a veces tb me entran ganas de matar a mis compañeros, tranquilo, es normal

suerte a ti tb

Ezequiel Valentín Doblado dijo...

mira he estado leyendo tu blog y no esque me parezca mal ni bien lo que argumentas, creo que te estas equivocando con la gente de la residencia, no creo que debas juzgar a nadie porque no nos gusten las cosas que a ti te gustan, ni que nos insultes de forma gratuita cuando después tienes la cara dura de saludarnos por la calle. Bueno solo te digo que llevo aqui 9 meses y sin duda han sido los mejores de mi vida y no veo lógico que tu te dediques aqui a hacer esto que haces....

C. Chase dijo...

«Este programa es grosero e irreal, las voces de los famosos son pobres imitaciones. Debido a su contenido les aconsejamos que no lo vean.»

Lara tiene alas dijo...

Y en silencio, uno puede ser lo que quiere ser.

Lara tiene alas

Tara dijo...

tienes razón, te llevo la contraria, pero de forma totalmente involuntaria, que conste.
lo que pasa es que me puede, es más fuerte que yo... ahí va!!!

no tenías otros zapatos? por qué los blancos para asistir a una barbacoa pringosa, llena de gente asquerosa que votó mayoritariamente en contra tuya?

y el futbol no lo saco porque con la iglesia hemos topado.

rápida digestión, así me gusta lagartija resguardada en la rendija de su habitación.

Unknown dijo...

Cuando veo un post largo tengo que hacer esfuerzos para colgar el teléfono de linea erótica MILF y leerlo entero. Pero eso nunca ocurre contigo, cada puto post tuyo podría ser el inicio de una novela de cojones-oh qué vulgar-.

Un abrazo y "felices" barbacoas