30 de mayo de 2009

Viejo roble

Es una leyenda viva y está ahí, dándonos la última clase del curso.

Por la mañana llegó en taxi a la facultad, como todos los días. Lo vi bajar del taxi mientras estaba echándole el candado a la bici. Me pregunté qué conversación tendría con los taxistas cada día, ¿les hablaría de las lamelas anilladas?

Después, quince minutos tarde como es costumbre, llegó a la clase. Vi su silueta desde lejos, acercándose por el pasillo, con su bata blanca y su pelo blanco. Al pasar cerca del radiador alargó un boli que llevaba en la mano y lo pasó por el relieve del aparato, produciendo un gracioso traqueteo. Hacía esto a menudo. Puede que tenga cerca de 100 años, pero en ese gesto infantil quedaba reflejada su vitalidad.

Entró en la clase, cerró la puerta y se puso a colocar el proyector, como siempre. Los programas informáticos no son de su estilo. Él prefiere las clásicas y fiables transparencias. “Bien, algunos comentarios sobre...”, y la clase ha empezado. Esta vez se detiene a hablarnos sobre la reacción inflamatoria defensiva mediante un “sencillo ejemplo pedagógico”. Nos explica cómo reacciona el cuerpo cuando, por ejemplo, nos pinchamos con una aguja entre la segunda y la tercera falange de un dedo cualquiera.
Domina un vocabulario particular lleno de prefijos y sufijos. A veces me quedo embobado mirándole hablar, preguntándome cómo puede soltar todo ese trabalenguas sin equivocarse. No sólo es experto en su campo, sino que puede hablar con rigor de contenidos de otras asignaturas, que a nosotros nos cuesta la piel estudiar. Dispone de una mente lúcida como pocas; a pesar de que él insista en bromear sobre su “alzheimer episódico”, riendo cuando se olvida de algo. Eso ocurre pocas veces.

Junta un poco de Francisco Umbral, otro poco de Cela, y aún no habrás podido hacerte una idea de lo que él es. A muchos alumnos les desagrada. Otros no lo entienden, pero aun así lo admiran. Yo creo simplemente que es un genio. Mi tía me contó que una vez se lo encontró paseando por la calle con un colega y le iba hablando de células.

Cuando se celebró Woodstock él ya era catedrático. Primero fue cirujano, y después abandonó la práctica buscando la teoría, la investigación, una medicina más pura. Ha pasado por numerosas facultades de Medicina, y finalmente ha encontrado buen asiento en la nuestra. Es como Dios en la facultad.

Ese hombre emite algo. Puedes notarlo. Es eterno. Estuvo allí cuando llegaste y estará ahí cuando te vayas.

Finaliza la clase. Por una vez, abandona su lejanía hacia los alumnos y adopta un tono paternal, como un abuelito:

—Bien, espero verles el año que viene en mis clases y les deseo mucha suerte a todos con los exámenes.

Al ser uno de los últimos días ha acudido poca gente a clase. Aun así es uno de los aplausos más sonoros que recuerdo. Recibió el aplauso sin inmutarse, abrió la puerta y se marchó, a jugar con sus microscopios.

6 comentarios:

Meryone dijo...

mi jefa no es tan mayor, pero también es una eminencia

antes de ser mi jefa me daba clase y es más o menos la que lleva todo lo de románicas en la facultad

y es una de las personas más humanas que conozco

claro, nosotros somos cuatro gatos. es fácil seguirnos a todos

la llamamos, según tengamos el día, mercedes (se llama así), mamá o dios. mamá porque se comporta como si fuera la madre de todos y dios porque lo sabe todo. no sólo sobre lingüística románica sino en general. hay que vivirlo para entender la magnitud del "todo" que sabe mercedes

todo el mundo la conoce y la respeta y tiene una forma de transmitir extraordinaria. y eso que lo mío es la literatura

es maravilloso cuando un profesor sabe mucho y, además, sabe compartirlo

cómo acaba tu primer año??

ya sé que no acaba, que faltan los exámenes, pero le falta poco

panero te va a encantar. yo sólo le he leído la poesía (y no toda, que los últimos poemarios no los tengo), pero a ver si me compro los cuentos completos, que salieron hace unos meses

de los que conozco, es el poeta vivo que más me gusta. con muchísimo

eso sí, espera a terminar los exámenes para convertirte a los panerianos, ver películas, entrevistas, etc, porque vicia. te lo digo yo, que llevaba siendo de leopoldo maría toda la vida y desde que vi las películas parece que los acabe de descubrir

besos

Mj dijo...

Fan. Absolutamente fan. Tuya y suya.


El último día que nos dio clase, en quinto, recibió entre sorprendido y azorado ( sí, es sábado, son las 4:47 de la mañana y uso palabras como azorado) el aplauso merecido. Rojo cual tomate ( o eosinófilo), tuvo que volver a por las transparencias que se había dejado olvidadas y aquel : " por el amor de dios, no se les ocurra volver a aplaudirme al salir, no he vuelto por eso" terminó de convencerme de que no había nadie como él. Y más si me dices que, a pesar de ser cirujana, puedo "volver" a la medicina más pura, la de lo minúsculo.

Otro día te cuento la anécdota de aquí el genio y los chistes de las camas de agua, la única vez que alguien le ha visto tener que parar una clase porque no podía parar de reír.

Mucha suerte con lo tuyo :)

Sam Sayer dijo...

Oh mierda, tío, soy un sentimental.

No, no, conformismo. Lo deja para conformarse con la Realidad. Ya sabes, a trabajar y después sacarse un carnet de conducir, y tener coche. Y después tiene que poner gasolina y después tendrá que comprarse un piso y todo esa basura Real. Conformismo.


I've been everywheeeeeeeeere, man.
Yihaaaaa!

Anónimo dijo...

Te he enlazado. Is that Ok?
Más tarde leo el texto.

Anónimo dijo...

Qué maravilla.
Viejo roble con ya débiles ramas pero con una corteza dura y raíces profundas.

Anónimo dijo...

Qué jefe!!!!

qué bonito relato, me vuelves loca!!!

eres sensible, mmm