7 de noviembre de 2008

Atraco al banco

Venía de vuelta a la residencia tras haber salido de la última clase. Estaba ya a sólo dos manzanas. Iba haciendo girar entre mis dedos la moneda de cincuenta céntimos que había cogido por la mañana. En el camino paso por un quiosco, y cuando salgo temprano me gusta comprar algunas golosinas para matar el mono de polvo blanco. Mientras el señor del quiosco me las sirve me entretengo mirando las portadas de las revistas pseudoporno que están por ahí colgadas, en la esquina más lejana. Es lo más provechoso que puede uno hacer. Comprarlas es una estafa casi siempre; hay poco más de lo que viene en la portada. Con las tías es igual.

De pronto veo algo que se interpone en mi camino por la acera hasta el quiosco. Es un cordón policial. Uno de los de verdad, de los de las películas. Muchas cosas pasan rápidamente por mi cabeza. ¿Ha quedado el quiosco fuera de mi alcance? ¿Cuánto tiempo podré aguantar sin cometer actos violentos en ausencia de azúcar? ¿Cómo voy a llegar hasta las golosinas? ¿Tengo yo fuerza para desarmar a un madero? Las numerosas lucecitas brillantes que había allí me sacaron de mi estupor politoxicómano. Coches de policía, coches de bomberos, una ambulancia, el cordón policial. El cordón no rodeaba al quiosco —puedo llegar al quiosco, pulsaciones estabilizándose—. El cordón estaba alrededor de un banco. ¡Un atraco! Uno de los de verdad, de los de las películas. Examiné a dos o tres personas. Estaban mirando hacia arriba. ¿Un suicidio? En la acera no había sangre. Aún no se había tirado. Bah. Además de que en la cornisa del edificio yo no distinguía a nadie —que posiblemente asfixiado por su hipoteca venía a terminar con su vida en el mismo lugar donde había firmado su sentencia de muerte— el atraco me seguía pareciendo la hipótesis más emocionante.

Decidí preguntarle al madero más cercano.

—¿Qué ha pasado?
—Se han caído unas piedras de la fachada.

Después de recibir la decepcionante respuesta, rodear el cordón policial y comprar las golosinas volví a tomar mi camino. Vi venir de frente a una chica que me saludaba. ¿La conocía? Sí, la conocía. Al menos su cara me sonaba ¿De qué? ¿Cómo coño se llamaba? Ella me saludó. Yo intenté hacer lo mismo; dejando un incómodo hueco donde iría su nombre.

—¿Qué ha pasado ahí?
—Nada, han atracado el banco.

Y me puse a andar a buen paso, sin mirar atrás; viéndome incapaz de sostener una absurda conversación sobre el clima, como es normal en estos casos, sin saber el nombre de la tía.

11 comentarios:

fag dijo...

sí, son más fuertes.
pero entran mejor, a mi me gustan más.

beu dijo...

Con mis cenizas un árbol he plantado,
su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado.


que rabia da no saberse los nombres joder XD

Meryone dijo...

es verdad, no te respondí!

es groucho, mi oveja. bueno, la de rick deckart. la eléctrica, no la real. la real se tragó un alambre y volvió convertida en una réplica

puedes darle de comer

también tengo un murciélago, pero sólo hace ruido si lo despiertas

están hacia abajo

estoy a punto de adoptar más, así que mi blog puede convertirse en un zoo

primero de qué?

era más emocionante que fuera un atraco

mucho más

un beso

maloles dijo...

hay veces que la realidad es decepcionante... ¿qué le vamos a hacer?
Jajajajaa
A mí también me pasa lo de los nombres, no me sé ninguno.
BUenoooo... y las caras ya ni te cuento!xDDD


Muas!

Roberto Tega dijo...

Lo del atraco era más emocionante sí, pero menos cinematográfico (las losetas asesinas...)

Marýa dijo...

Estas por todas partes

Freedom dijo...

Gracias por tus comentarios. Soy Tryingtoscape, la amante de V :)

Gran texto.

*El aburrimiento nos hace estimar la diversión que nos ofrecen unas gotas de sangre. Somos "tristes" caminando entre las sombras hipócritas.

Jazziturno dijo...

Encendí un cigarrillo para leerte (que han sido dos) señal de que estás muy productivo vaquero, y eso nos alegra a todos.

Dejé el sitio un poco abandonado porque ya por fin operaron a mi papá, y aún está ingresado. A principios de semana me lo devuelven.

Cojones, han cambiado la cajetilla de Lucky Strike; pensé que el dispensador soltó un paquete light. Puta mierda.

Lara tiene alas dijo...

Menos mal que podemos redecorar a nuestro antojo, nuestra vida y nuestros sueños. Porque, como brillantemente has dicho, la realidad aburre cual fotograma de película sin vaqueros. :)

Un abrazo de lunes.

Lara tiene alas

fag dijo...

vaya, una pena coño...
pero nah, tus escritos están llenos de odio aunque no quieras catalogarlos como tal
juju

saludosss

pd: (yo también lo creo, sin duda..yo leía mortadelo y filemón y mira como he acabado)

Sam Sayer dijo...

¿No te dan ganas de dejarlo todo para ir a follarte a prostitutas por medio dólar?

He conseguido intimidar y derribar al del espejo.